sábado, 9 de febrero de 2013

En expectativa de destino

¿Hacia dónde vamos?

En expectativa de destino...  Así estoy yo ahora...

Pero no sólo yo... todos: los funcionarios interinos (tanto los que gozan de la suerte de estar trabajando este año, como aquellos que, pese a estar en la lista, muy probablemente no volverán a trabajar en ésto en su vida). O los funcionarios en prácticas... O los que tienen su plaza definitiva... O los que están a punto de jubilarse...  O los del sector privado, o los "curritos", o los parados que se pasan los lunes al sol, o los vagos, o los antiguos especuladores, o los corruptos, o los camellos, o las prostitutas, o los sinvergüenzas que nos gobiernan... TODOS...

Todos estamos en expectativa de destino.

En mi caso, no me valió con empezar desde abajo. Ni con aceptar trabajos monótonos y absorbentes, pero que, al fin y al cabo, me fueron dando de comer. Ni con ir danzando de academia en academia cobrando miserias. Ni con andar paseándome de casa en casa impartiendo clases particulares. Ni con hacer traducciones y otras 'chapuzas' de poca monta para sacarme un puñado de euros extra. Ni con presentarme, casi por casualidad, a una oposición. Ni con pasar a ser parte de una lista de interinos. Ni con acabar trabajando de profesor 'oficial'. Ni con ir avanzando en la lista y ganando méritos. Ni con aprobar una oposición. Ni con sacarme plaza. Ni con tener un buen sueldo. Ni con tener un cargo, a día de hoy, con cierta responsabilidad...

Cuando entré en este mundillo, yo no soñaba con ésto. Al contrario. Desde la distancia, contemplaba un sueño que otros, merecidamente, habían hecho realidad, y que fue precisamente lo que me hizo plantearme: ¿por qué yo no?

Nadie me dijo que acabaría harto de muchas cosas. Harto de imposiciones. Harto de que nos corten las alas por todos lados. Harto de notar cómo me seco absorbido por la pasividad y la negatividad de los dinosaurios. Harto de no tener apoyo ante la innovación, de ser considerado un bicho raro ante cualquier sugerencia que se saliera de lo común. Harto de formarme para mejorar, y de que encima me sancionen por ello. Harto de que me estafen una y otra vez. Harto de oír quejas, quejas y más quejas, en lugar de halagos u optimismo por las pocas cosas se aún se hacen bien. Harto de ir con la lengua fuera intentando cumplir con un currículo que, por todos es sabido, no puede ser visto en su totalidad con unas garantías mínimas de aprendizaje. Harto de trabajar como un mono de circo y poner en riesgo mi salud por ello. Harto de sentir la soga en nuestros cuellos y ver que lo último que nos falta es que alguien le de la patada a la silla...

Harto, frito, o como diría en mi adolescencia, "hasta las pelotas".

Y lo que es peor, aburrido, contaminado, desmotivado y desilusionado. Echo de menos el poder conversar con mis compañeros de otras cosas que no sean los recortes que sufrimos el año pasado, las promesas no cumplidas, de políticos corruptos, de lo puteados que estamos todos... Echo de menos nutrirme de nueva savia con la que poder llenarme. Echo de menos la alegría, ilusión y entusiasmo con la que iba antes a mi trabajo.


Eso sí, de cara a mis alumnos, o por lo menos ante la mayoría de ellos, seguiré pareciendo un profesor divertido, gracioso, alocado, imprevisible, impredecible... Pero en el fondo de mí sé que, dejando a un lado mis circunstancias personales, podría estar haciéndolo mejor, mucho mejor, y que tan sólo soy la mitad de aquel gran profesor que solía ser no hace mucho. Aquel gran profesor que tenía como lema: "Nobody forgets a good teacher", y que empieza a temer que se convierta en "Nobody forgives a bad teacher".
¿Dejarse llevar, o ir contra corriente?

Pero, sinceramente, no me quedan muchas ganas, ni fuerzas. Lo único que me queda es hacer de tripas corazón y seguir luchando para coger un poco de aire y seguir adelante. Muchos no correrán nuestra suerte y caerán en el camino. Otros seguirán quejándose y dejándose arrastrar por el río pensando únicamente en agarrarse a las cañas y salvar su propio culo mientras la corriente se lleva al resto...


Pues sí, señoras y señores. Es lo que hay y así estamos todos: en expectativa de destino.

Y así me encuentro yo, reflexionando sobre ésto y transcribiendo mis pensamientos desde el ordenador de mi casa a la 1.00 de la madrugada en un día cualquiera de semana. Porque... SI.  Porque yo también tengo derecho a tener tiempo libre, y a hacer lo que me venga en gana en él. Porque, aparte de profesor, funcionario, "privilegiado", o como narices se me quiera catalogar, yo también soy persona...

Y muy maja, por cierto.

2 comentarios:

  1. Pues sigue escribiendo, componiendo, tocando música y cantando en tu tiempo libre, y en el aula sigue siendo honesto contigo mismo. Y sigue siendo una persona maja (perdón, muy maja).Porque esas son las cosas que te pueden dar un poco de felicidad, que en el fondo es para lo único que merece la pena estar aquí...

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    1. Gracias por tus ánimos, Ana. Eso intentaré hacer... mientras pueda.

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