El Valle cubierto de flores, un siglo antes de su colonización industrial. Año 1834. |
Recordé a aquel impresentable vestido con traje de chaqueta correteando por el descampado, móvil en mano, jurando y perjurando que no había sido responsabilidad suya el haber estafado a tanta gente durante esos últimos años.
Vertedero sobre el antiguo suelo de Potasas y Derivados. Año 2021. |
No, no era justo. Tan sólo eran unos niños. Y precisamente, quizá eso era lo primero que debían de haber aprendido: que el mundo no es justo, y que aunque la culpa no siempre es de los demás, nunca debemos tomarnos la justicia por nuestra mano.
Cierto es que a mi me dieron dinero sin yo pedirlo, pero también lo es el hecho de que yo mismo lo hubiera dado cuando a mí me lo pedían. E igual de cierto es que yo ofreciera ayuda sin que tampoco me la solicitaran. O que igualmente yo la necesitara sin que nunca antes la hubiera pedido. O que, en algún momento, hubiera dejado de ayudarles, pensando, simplemente, que alguien más ya lo estaba haciendo por mi...
Ascensor acristalado y escaleras mecánicas. Espacio Mediterráneo (Cartagena). Año 2014 |
Y de hecho, cuando el trágico desenlace ocurrió, cuando ya por fin me rescataron, pese a conocer de antemano el destino que deparaba a aquel hombre de barba que tantas veces se había aparecido en mis sueños, me eché a llorar como un 'ninja' más, consternado, afectado, frustrado. Tuvo que ser alguien de los de la fiesta del piso de abajo quien se acercara y me reconfortara. Alguien que, apenas dos meses atrás, me había sustituido a mí mismo en mi trabajo mientras yo hacía el eTwinning en Suiza. El mismo que salió disparado de boxes cuando aún le estaban cambiando las ruedas a su Formula 1, y que luego no pudo frenar a tiempo. El mismo que acabó descendiendo por el vertedero de Potasas y Derivados mientras saludaba al resto de ninjas que le observaban desde el anfiteatro.
De repente, aquella inmensa planicie cubierta de flores en medio de la nada, aquel gilipollas del móvil, el 'instructor' cabrón, los inocentes 'ninjas', el misterioso tipo de la barba... TODO desapareció de mi mente y volví al mundo real. Eran ya las 9.40pm. Habían pasado casi dos horas desde que empecé a escribir aquel absurdo relato. Los martillazos del vecino de arriba habían cesado. El mueble del IKEA se le había resistido durante toda la tarde, pero al final lo había conseguido.
¡Ole tus huevos, campeón! Lo que me hiciste sacar con tus martillazos mientras montabas el puto mueble...
"Refrito de lo absurdo" © 2014 Sergio V.
Un relato de ficción inspirado por un conglomerado de tópicos, lugares, emociones y experiencias (terrenales y oníricas), que tomó forma durante la tarde de un viernes atípicamente lúcido, y que puso colofón a una larga y dura semana de entre otras muchas.
Gracias a todos los que inspiraron el relato y a los que no permitieron (entre ellos yo mismo) que el conglomerado acabara siendo algo que nunca debió haber sido: historia.
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