Como cada día, a las 9.02 de la mañana, me encontraba sentado delante del ordenador, dispuesto a escanear facturas y pedidos durante horas y horas. Según me habían comentado en Kelly Services, este trabajo me llevaría una semana como máximo, pero poco a poco fui comprendiendo que aquellas montañas de papeles no iban a ser cosa de una semana, sino tal vez de meses...
Vista de The Lowry desde mi ventana en Pentland Shipping |
Pero aquel lunes 28 de Febrero ocurrió algo que cambiaría mi rutina diaria de manera radical: a las 9.18, una misteriosa voz, femenina, burlona, cantarina, difusa, parecía hablarme desde el interior de la "fax-machine". Lo más sorprendente era que nadie en la oficina, excepto yo, parecía prestarle la más mínima atención. Tampoco me extrañó mucho. Al fin y al cabo, a aquellos bastardos no les preocupaba otra cosa que sus propias vidas, y por mucho que intentara explicarlo, no harían nada por comprenderme. Para ellos, tan sólo era un español más, moreno y peludo, aprendiz de inglés, que estaba allí de paso, y con poco interesante que contar. ¿Es que están todos sordos? ¡Por el amor de Dios, había una mujer atrapada en la "fax-machine"... ¿y a nadie le importa?, pensé.
Foto real de la gran bola de grapas usadas. |
Pasaron dos semanas. Y ahí seguía ella, atrapada en la máquina del fax. Y yo, escaneando facturas y engordando la bola de grapas que acabaría trayendo conmigo de recuerdo a España casi un año después...
Y fue entonces cuando empecé a plantearme algo: tenía que averiguar, de una vez por todas, quien era aquella mujer, y qué quería de mí, y qué trataba de decirme...
Si no, acabaría por volverme loco...